lunes, 1 de junio de 2009

SI SE TE PIERDE ALGO, PONÉ UN PAN EN LA VENTANA

Me pasó este último fin de semana. Supongo que el control remoto se perdió al mediodía, y nos dimos cuenta ya a la noche, medio muertos de calor. Se perdió y por lo tanto el aparato quedó prendido día y noche porque era fin de semana y esperemos hasta el lunes y compremos otro aunque sea genérico todo sea por poder apagarlo y por consiguiente volver a prenderlo cuando se necesite. Hicimos todo tipo de razzias, usamos la imaginación hasta el detalle de ir a ver dentro del horno y entre las sábanas, en el botiquín del baño, en el cuartito de abajo de la escalera. La teoría era: no desenchufar el split porque sinó quién sabe por ahí se descalibra o se descalabra el aparato nuevito él. Yo me rompía la cabeza saliendo de repente a ver dentro del costurero o en el piano, acciones inútiles que te sumían en la desesperanza y la suposición de que ya la memoria estaba entrando en el limbo. Por supuesto que todos los debajo fueron revisados y sirvió para limpiar, no lo dudes.
Anoche, cansada ya de buscar y siendo víspera de lunes, me resistía a comprar otro.
Me decidí y lo hice. Como si fuera la cosa más natural del mundo y sin dar explicación, en medio del frío de la noche abrí y cerré puertas y en el transcurso puse un pan en el balcón, a falta de ventana.
Dormí tranquila. A la mañana escucho una animada voz que me dice: ¿¿¿Sabés que apareció!!! (Ya ni lo nombrábamos). Yo estaba segura. El control remoto había aparecido en la piecita de arriba, quizá lo llevé allí por error, me dijo la misma voz, sin mucho convencimiento. Yo estoy convencida que había obrado el pan. Esta especie de conjuro mágico familiar creo que me lo transmitió mi prima Susana, y funcionó. Creer o reventar.

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