martes, 14 de julio de 2009

VACACIONES DE LA TERTULIA EN JULIO

Hola, les aviso que estoy muy bien y espero que ustedes también, pero en JULIO no haremos la TERTULIA. Me comunico a través de este Blog si la hacemos a principios de AGOSTO. Cariños, M.

martes, 16 de junio de 2009

Otra de BOLA DE NIEVE, "Ay Mama Inés"

http://www.youtube.com/watch?v=MXcIRwsmwuw&feature=related

Pasalo 2 veces porque se termina enseguida. Qué lindo, ¿no?

Y de paso va "EL MANICERO", también por BOLA DE NIEVE.
http://www.youtube.com/watch?v=dFQIacUgleo&feature=related

lunes, 8 de junio de 2009

LAS ORQUIDEAS DE LIDIA

Una de las innumerables orquídeas de Lidia. Ella las cuida como a criaturas, que lo son, con sus nombres particulares y sus mañas (las de las orquídeas, convengamos), colgadas de las paredes de un pequeño patio interior que tiene aroma a jungla, escondidas casi entre las cortinas del living y el respaldo del sillón. "Uno desarrolla una verdadera pasión, casi obsesiva", dice Lidia más o menos algo así, "y quiere coleccionar más y más plantas y conseguir esas raras. Y entonces uno va a las reuniones de los cultivadores o viaja a lugares especiales donde se puede conseguir esa especie rara." Cuando saqué esta foto Lidia estaba por ir a un laboratorio donde le fertilizarían las semillas que habían crecido en una chaucha que, en un revire, le había nacido a una de sus plantas. Luego me diría que la había dejado en mano de quien la manipularía para fertilizar su carga, y me habló de una serie de maniobras que debían realizarse para que el "experimento pudiera llegar a buen puerto. "Y, me pueden salir más de 100 plantas", rubricó Lidia, y en su tono pude apreciar ese encandilamiento que suelen experimentar quienes contemplan y recuentan su tesoro.

miércoles, 3 de junio de 2009

VICTORIA OCAMPO

Victoria en una de sus fotos más conocidas, tomada por Gisèle Freund en 1939.

Por entonces sin los lentes ahumados, sí con su trajecito seguramente un Chanel (Cocó contó con su amistad). No olvidemos la pasión que tenía Victoria por ser amiga de los famosos de su época, siendo a veces dudosa la elección de intelectuales internacionales que fueran sus visitantes a la Villa Ocampo, por ejemplo, Drieu de la Rochelle, que terminó siendo un colaboracionista nazi o el excéntrico conde de Keisserling. SUR fue su reino, y desde allí armó un polo cultural de gran peso en su época. Demás está decir que detrás de ello estaba su avasallante personalidad y su fortuna que fue menguando en favor de ese deseo de generar brillo propio en la intelectualidad argentina. Esta carta se la mandó Martínez Estrada a Victoria Ocampo, en razón de que Victoria le pidiera una reseña autobiográfica. No olvidar que la obra de Victoria es autobiografía pura, género subjetivo, una especie de reconstrucción voluntarista de los sucesos narrables de la vida de uno. ME define aquí su visión de la infancia, su infancia, con total melancolía. Hay otra carta de ME a VO que es muy reveladora de ese vínculo rebelde de ME con VO, pero no la encuentro. Hay que decir que VO fue una singular mecenas que en el caso de ME obró con total generosidad, a raíz de una enfermedad que padeció ME, se iba "oscureciendo", y ella gestionó la venida de un especialista de USA para su consulta. Cosas de Victoria, a quien conocí en el Fondo de las Artes en 1959 (qué tiempos!...) con sus lentes oscuros de arco blanco, su trajecido gris de dos piezas y zapatos de golf.
MLC.

De MARTÍNEZ ESTRADA a VICTORIA OCAMPO



"CARTA A VICTORIA OCAMPO"


Señora:
Para cumplir mi promesa de esbozar en algunas líneas el mapamundi de mi vida, recorrí no menos de veinte veces el camino del recuerdo. Equivale a sacar de un cofre mariposas pulverizadas. De ese repaso que creía tan lleno de interés y de emociones, sólo me resta una grande, trágica desilusión; porque se trata de una vida que ni a mí mismo puede interesarme ya. Le debo, en suma, esta liquidación de acaso las últimas supersticiones y el desvanecimiento en la luz de espectros y duendes que me encantaban y no existían. Preferiría cualquier otra vida, si al leerla pudiera poner el mismo fervor de comprender que al recordar la que viví. El propio tesoro es un bien común, y las noches y los días se dan iguales para el desdichado y el feliz. Esta experiencia penosa me lleva también a la conclusión de que las autobiografías no tienen ningún sentido profundo y que son mero pasatiempo de gentes egoístas. No obstante ¿dejaré de recordar con emoción la niñez de Tolstoy —o la de Goethe— muchísimo más pobre de casos y de cosas que la mía, aunque lo subjetivo haya irisado el suceso y la circunstancia con la caricia de su mano trémula? Cualquier infancia ensombrecida por los rincones oscuros del propio hogar, humedecida de lágrimas, me vendría bien si al mismo tiempo floreciera en el júbilo de la belleza y en el goce casi religioso de seguir estando vivo. Confieso que me reconozco incapaz de fraguar una niñez apócrifa ni de hacer literatura sobre la verdadera. Bastante tiene de absurda y de trivial. Al fin y al cabo, cuanto aconteció en mi existencia tiene poca relación casual, lógica, conmigo. Parezco ser un ente que atravesó ileso e inmune los hechos que constituyen su existencia terrestre, humana, diaria, documental. Nada tengo que ver con mi biografía. Repasado el texto, siento que vivir y ser son dos realidades distintas. Y si lo que me aconteció no tiene significado para explicar lo que soy, ¿no valdría lo mismo que inventara o que plagiara? Resulta inevitable, además. Pero he ahí que soy absolutamente inepto para la mistificación. Jamás consideré una virtud mía no haber mentido, haber sido veraz y leal, sino una incapacidad de carácter orgánico, una especie de falta de oído para la melodía de lo histriónico. Por añadidura soy un hombre púdico, quiero decir incapaz de confesiones o de cualquier otro rasgo de impudibundez ingénita. Más bien experimento tendencia a ocultar lo que puede enaltecerme sin que tenga ningún desliz de que avergonzarme. He procurado que mi vida fuera limpia todos los días, y esto es simplemente un hábito higiénico. Tampoco creo que sea un mérito poder exhibir una vida como se hojea un álbum, porque ninguna vida exenta de pecado está redimida de verdad. En fin, a veces pienso que ni Dostoievski ha imaginado una existencia tan trágica y penosa como la mía, eso no tiene explicación por los hechos ni puede servir de prueba ante ningún tribunal, como el imaginado por Kierkegaard, que tratara de averiguar quién fue el hombre más infeliz. Como en las pesadillas, el verdadero sueño es infinitamente desproporcionado a la angustia que produce. Repasando mi vida, veo que sólo he sido yo el culpable de una valoración pesimista, y que prolongar la existencia más allá de la pubertad es un funesto error que se paga con la misma supervivencia. De mis primeros años recuerdo que, como una segunda naturaleza semejante a la mutilación, poseí el triste privilegio de comprender las cosas de la vida con precoz claridad de adulto. Debo confesar que no recuerdo ninguna época que haya vivido la ingenuidad de la niñez. A los pocos años, por ejemplo, conocía ya a las personas de mi familia y de nuestras amistades con tal certeza que todos sus defectos me eran sensibles como ahora mismo los juzgo. De ahí que creyeran los extraños que poseía yo una inteligencia excepcional, cuando todo se debía sencillamente a ese prematuro despertar del sentido de la vida, que asimismo he encontrado, con relativa frecuencia, en criaturas no por eso inteligentes en otros aspectos. Tales criaturas por lo regular mueren pronto —en una u otra forma— y es una desdicha sobrevivir a las condiciones fijadas por la naturaleza, que parece haber puesto la comprensión o el paladeo del amargor de las cosas en los limites de lo que otorga sin exigir el pago supremo. Por estas razones la canción de Mignon, en el Wilhelm Meister es de lo que más me ha impresionado en obra alguna; más acaso que el capitulo de los niños precoces en Los hermanos Karamazoff. Este despertar —que no puede ser tardío— es lo que sazona y condiciona el sabor de la existencia y no creo que se dé siempre, ni en personas de gran talento. Si alguna vez tuviera yo que escribir algo sobre psicología no pedagógica, fijaré la pubertad del espíritu muchos años antes de la fisiológica, y procuraré que se vea claro que el hombre emerge en los primeros años o que muy bien puede no emerger jamás —ni en la vejez más fructuosa de sabiduría. Por mí sé que heredamos en substancias diferenciadas del padre y de la madre, aunque no las mismas cualidades y que el carácter es una fatalidad ancestral. Él nos hace aparecer como espectadores de nuestros propios actos, y todo lo involuntario que se nos impone con fuerza irresistible pertenece a la línea genealógica de los muertos. De la madre somos hasta cierta altura de la vida, luego del padre. Finalmente somos de los padres del padre y de las madres de la madre, sin que para uno mismo quede tiempo después de poner en limpio esa embrollada herencia. Entre los recuerdos, pues, algunos míos remontan la historia de familia y la imaginación suele entremezclarse tan subrepticiamente en ellos que a veces he pensado si la imaginación no es una extraña forma de la memoria ancestral. Los más antiguos recuerdos persisten nítidos y en vano intento localizarlos a mi alrededor. La memoria específica se acusa en mí con los caracteres crudos de la herencia somática. Por esta presencia consciente del pasado tengo a menudo la impresión de que revivo escenas y hasta he podido prever la continuación de una serie de hechos. Lo que se entiende por adivinación debe entrar en este orden de fenómenos. Soy una madriguera de complejos, una red subterránea en que el subconsciente posee sus mapas precisos. Nunca quise aprovechar de ese tesoro soterrado, dejando libre el juego de la fantasía, sino que me esforcé por que la razón lúcida rigiera mi pensamiento. Es un desaprovechamiento de mi mismo parecido a la destrucción, casi involuntaria, de mi memoria, que en años juveniles era de fidelidad fotográfica. Pero acaso pudiera explicarse esto por dos razones: mi disgusto de recordar y una inclinación al análisis lógico aun de mis actos más comunes, que me ha privado siempre de la contemplación ingenua. Mi recuerdo verídico más antiguo data de los primeros meses y el que primero me produjo una impresión generadora de mágicas asociaciones, dos caballos blancos que tuvo un pariente, y que se alimentaban de carne. La fábula de los caballos de Reso nunca me pareció inverosímil. Ejemplo, de una de mis “censuras”: hasta el año 1924 me era imposible evocar el nombre de Leopardi cuando me lo proponía. A los cinco años me llevaron en sulky, con un tío que luego se suicidó, a buscar un leopardo —sería un jaguar— que dicen que rondaba por un bosque a orillas del Carcarañá. La lectura de las obras de Freud aclaró el enigma y la “censura” desapareció. Hasta los doce años viví en pueblos de las provincias de Santa Fe y del sur de Buenos Aires. Estos años sí son ricos de acontecimientos prodigiosos; pero como corresponden a la era de los albores del mundo, sospecho que pertenecen al género humano más que a mí. Sin embargo, entre la infancia brotan, como en el campo, flores silvestres de humilde vista y rústico olor. La niñez de Hudson me ha impresionado por muchas concomitancias de escenas y aventuras, favorecidas por idéntica emancipación para andanzas y correrías, en ocasiones peligrosas, siempre instructivas. Cuando yo viví cerca de las sierras de Curumalán, cincuenta años más tarde que él, el campo apenas conservaba su antiguo esplendor y las gentes languidecían en rencores y codicias. Aún podían encontrarse flamencos y cisnes en las lagunas, avestruces en las llanuras, verse la paja voladora cubrir los campos y brillar al mediodía; mas todo estaba labrado por el colono y los incendios de los trigales eran frecuentes. Crímenes y siniestros abundaban hasta perder interés. En cambio lo conservaron siempre las herrerías y las carpinterías que yo frecuentaba con más placer que la escuela. De entonces conservo el gusto de los hierros y las maderas, del olor de la pintura y del humo del carbón de piedra. De la fragua sacaban el hierro de un rosado angélico y lo machacaban hasta decolorarlo en profundo lila. A cada martillazo aumentaba la oscuridad, y éste es un tema que asocio siempre a los crepúsculos. Las pinturas se probaban en el portón de pino, que por eso estaba policromado como una paleta. Y cuando a las tardes daba el sol ahí, había como un cielo de colores pintados. Mis primeras lecturas extensas fueron el Quijote, la Historia de España de Lafuente y Misericordia de Galdós. Durante el tiempo de esas lecturas, muchas tormentas y anocheceres y espléndidos soles se intercalaron en sus páginas. Rigurosamente autodidacto, no tuve otro maestro ni guía que mi propio afán de leer. Mi verdadera vocación fue la música y, más estrictamente el violín. Primer gran concierto a la intemperie: un ciego, en medio de la calle una tarde de verano, que me fascinó como a un catecúmeno predestinado. Señora: ya ve de qué insignificantes cosas se nutren las raíces de una vida que ni siquiera merece el epitafio. Los versos llegaron pronto como las flores en su estación. Y se marchitaron. Gusto de ellos como de una rueda bien hecha, de una tuerca bien ajustada, de un barniz bien extendido, de un violín bien templado. Me hubiera gustado hacer de la soledad mi breviario y mi sudario. Pero sólo me fue dado admirar, al anochecer, las vizcachas cuya vida en meandros subterráneos y frescos tiene aún para mí un inefable atractivo de filosofía de la libertad y de la paz. El gusto de la tierra está en toda mi piel y Nietzsche es mi autor más querido. Después de los doce años continúa una vida laboriosa, de sobreviviente, en mil formas repetida a la manera de un arabesco, en que todo es construir sobre arena, ensayar y errar. Para llenar las páginas en blanco y para descifrar las interlineadas y testadas sirve cualquier vida de novela en que sucedan pocas cosas pero que calen hasta el hueso. Siempre que el autor sepa que no se nace ni se muere una sola vez.
(l945)

[Leer y escribir (México: Ed. Joaquín Mortiz, l969), 115-120.

MARILY CANOSO

Ficcionalizada realidad.


...los pinos nevados del campo que corre por mi ventanilla. Pinos nevados de nieve artificial. Pinos nevados. He aprendido en Buenos Aires que los árboles de Navidad se pliegan y se guardan de año en año de fiesta a fiesta de padre a hijo de historia a historia. Navidad de utilería, la de Buenos Aires, pinos nevados de pintura corpórea, densa blanca, densa blanca, las ramas de estos pinos, por ejemplo del que el enero pasado plegué y guardé en la caja de Uriburu, son verdes, de un papel plástico verde oscuro y brazos que al abrirlos dejan ver la nieve de pintura blanca densa blanca. Entonces uno lo pone en el centro del cuarto, le cuelga guirnaldas y se encomienda a los dioses de la Navidad encapsulados en globos de colores espejados; los pinos nevados del campo que corre por mi ventanilla, nevados de nieve natural, arman el almanaque de mi cocina de Buenos Aires y van sucediéndose de cuadro en cuadro hasta que el ómnibus cobra velocidad y entonces el ojo percibe el blanco negro verde de pino artificial y carteles rojos que guiñan a la exageradamente ficcionalizada realidad. Una cinta muy larga de paisaje nevado y algunas paradas en otras estaciones y llegar a la casa que siempre imaginé y, tal como me pasaba con las películas, hasta había soñado pero de manera muy difusa, y que se me fue revelando tan otra. Antes de este viaje existían las fotos, pero las fotos no te dan una dimensión real de la cosa. La foto es la captura de un momento donde los gestos quedan incompletos. Pero lo que aún más te desorienta en una foto es ver ese pedazo de mueble más otro de alfombra, el brazo de una lámpara, la mano de alguien cuyo cuerpo está fuera del cuadro. Y el cuadro. Una hermosa casa en paisaje de nieve y el calor interior y el frío de correr los escasos metros hasta el auto, y antes de entrar hundir el borceguí en esa nieve muelle, primera nieve que ya está gris y a medio derretir. Entonces sin dudar elijo como destino preciado ir a ver el sótano de Filene´s. Boston está gris, lluvioso, absolutamente extraño hasta traspasar la puerta y recorrer un laberinto de mesas y bajar como respondiendo a las leyes de un juego que obedece a gestos que me antecedieron, estoy en el centro mismo de una especie de juego de la oca donde de repente tiro de la manga de una prenda que quizá mi madre desde otro tiempo tira de la otra.
Ir a ver ese otro santuario que me faltaba visitar para corregir de una sola vez y para siempre esa ignorancia mía de aquello que había estado tan presente en las conversaciones de mis padres y que había permanecido intacta durante décadas. Tironear, en puja, de la manga de alguna prenda, con alguna mujer extraña, repitiendo ese reiterado acto de mi madre, tan imaginado, prenda que luego yo abandonaría por otra cosa que me reclamaba la atención, porque a Filenes yo había ido buscando ver todo eso que mamá había visto tantas veces, subir las mismas escaleras, probarme alguna prenda en ese Filenes que había sido el baluarte de mi madre en su aspecto real, frecuentar el colmo de lo que toda mujer amante de las liquidaciones pudiera aspirar, como así también en la textura de sus recuerdos y la relación de todo ello, junto a otras cuestiones familiares que eran la forma en que ella veía las cosas o su deseo de que así fuera, en las cartas que entonces de allá venían por avión y en papel también de avión, con un destino parabólico, desde esa ya ficcionalizada realidad, hasta el buzoncito de la puerta de casa, o directamente de mano del cartero; o cuando regresábamos de Ezeiza trayéndolos a mis padres, papá que era de poco hablar, pero a mamá nunca las palabras le eran suficientes, porque siempre trataba de transmitir lo indescriptible.

(de mi novela: Corazón de Manhattan)

lunes, 1 de junio de 2009

SI SE TE PIERDE ALGO, PONÉ UN PAN EN LA VENTANA

Me pasó este último fin de semana. Supongo que el control remoto se perdió al mediodía, y nos dimos cuenta ya a la noche, medio muertos de calor. Se perdió y por lo tanto el aparato quedó prendido día y noche porque era fin de semana y esperemos hasta el lunes y compremos otro aunque sea genérico todo sea por poder apagarlo y por consiguiente volver a prenderlo cuando se necesite. Hicimos todo tipo de razzias, usamos la imaginación hasta el detalle de ir a ver dentro del horno y entre las sábanas, en el botiquín del baño, en el cuartito de abajo de la escalera. La teoría era: no desenchufar el split porque sinó quién sabe por ahí se descalibra o se descalabra el aparato nuevito él. Yo me rompía la cabeza saliendo de repente a ver dentro del costurero o en el piano, acciones inútiles que te sumían en la desesperanza y la suposición de que ya la memoria estaba entrando en el limbo. Por supuesto que todos los debajo fueron revisados y sirvió para limpiar, no lo dudes.
Anoche, cansada ya de buscar y siendo víspera de lunes, me resistía a comprar otro.
Me decidí y lo hice. Como si fuera la cosa más natural del mundo y sin dar explicación, en medio del frío de la noche abrí y cerré puertas y en el transcurso puse un pan en el balcón, a falta de ventana.
Dormí tranquila. A la mañana escucho una animada voz que me dice: ¿¿¿Sabés que apareció!!! (Ya ni lo nombrábamos). Yo estaba segura. El control remoto había aparecido en la piecita de arriba, quizá lo llevé allí por error, me dijo la misma voz, sin mucho convencimiento. Yo estoy convencida que había obrado el pan. Esta especie de conjuro mágico familiar creo que me lo transmitió mi prima Susana, y funcionó. Creer o reventar.

domingo, 31 de mayo de 2009

JORGE LUIS BORGES - LOS ESPEJOS

Yo que sentí el horror de los espejos
no sólo ante el cristal impenetrable
donde acaba y empieza, inhabitable,
un imposible espacio de reflejos

sino ante el agua especular que imita
el otro azul en su profundo cielo
que a veces raya el ilusorio vuelo
del ave inversa o que un temblor agita

Y ante la superficie silenciosa
del ébano sutil cuya tersura
repite como un sueño la blancura
de un vago mármol o una vaga rosa,

Hoy, al cabo de tantos y perplejos
años de errar bajo la varia luna,
me pregunto qué azar de la fortuna
hizo que yo temiera los espejos.

Espejos de metal, enmascarado
espejo de caoba que en la bruma
de su rojo crepúsculo disfuma
ese rostro que mira y es mirado,

Infinitos los veo, elementales
ejecutores de un antiguo pacto,
multiplicar el mundo como el acto
generativo, insomnes y fatales.

Prolonga este vano mundo incierto
en su vertiginosa telaraña;
a veces en la tarde los empaña
el Hálito de un hombre que no ha muerto.

Nos acecha el cristal. Si entre las cuatro
paredes de la alcoba hay un espejo,
ya no estoy solo. Hay otro. Hay el reflejo
que arma en el alba un sigiloso teatro.

Todo acontece y nada se recuerda
en esos gabinetes cristalinos
donde, como fantásticos rabinos,
leemos los libros de derecha a izquierda.

Claudio, rey de una tarde, rey soñado,
no sintió que era un sueño hasta aquel día
en que un actor mimó su felonía
con arte silencioso, en un tablado.

Que haya sueños es raro, que haya espejos,
que el usual y gastado repertorio
de cada día incluya el ilusorio
orbe profundo que urden los reflejos.

Dios (he dado en pensar) pone un empeño
en toda esa inasible arquitectura
que edifica la luz con la tersura
del cristal y la sombra con el sueño.

Dios ha creado las noches que se arman
de sueños y las formas del espejo
para que el hombre sienta que es reflejo
y vanidad. Por eso no alarman.

FRYDA KAHLO Links de DOCUMENTAL

Les mando los links de un documental muy interesante sobre Frida Kahlo. Es bastante largo por lo que si les interesa pueden verlo de a poco. Un beso. Meuge

http://www.youtube.com/watch?v=LBFr-o9atJU&feature=related (1/6)
http://www.youtube.com/watch?v=041fXXy1YDQ&feature=related (2/6)
http://www.youtube.com/watch?v=RMdrj2QWGXo&feature=related (3/6)
http://www.youtube.com/watch?v=tdAyW7x3pwo&feature=related (4/6)
http://www.youtube.com/watch?v=W0QeBDxIRic&NR=1 (5/6)
http://www.youtube.com/watch?v=MSdnP1JfybA&NR=1 (6/6)

sábado, 30 de mayo de 2009

PLAZA BANFF

Esto de reeditar algo que pareciera que se perdió en el tiempo me recuerda la situación más fuerte que yo pude experimentar en los innumerables años que trabajé con grupos en el Programa en Barrios. Fue cuando con Mabel proyectamos con el cine Móvil esa película de antología de Doria: "Esperando la Carroza". Fue en la plaza Banff, en Versalles. La proyectamos sobre una enorme pantalla que armaron contra el fondo de árboles. Se proyectó tarde porque todo demoraba, también quienes armaban despaciosamente la pantalla. Y se largó la proyección cuando ya era noche cerrada. Imaginate la banda sonora de Feliciano Brunelli, a la China Zorrilla de ruleros mandando a la nena a pedirle la olla de agua hirviendo a la vecina porque se les había cortado el agua, la película es una delicia. La vi, creo, más de 10 veces. O quizá 20, qué se yo... Bueno, la cosa es que quienes miraban la película desde sus sillas plásticas colocadas en el pasto postergaron la cena y esperaban la escena final. Esa de cuando vienen todos del brazo cantando "Tengo una vaca lecheeeraaaa"...Resulta que la película ya tenía como 15 o 20 años o más, y esos protagonistas que venían marchando, extras muy mayores que luego fueron invitados a la premiere, habían sido vecinos de Versalles. Y quienes miraban la película eran sus hijos o familiares. Fue en ese momento que algunas señoras que estaban sentadas en sus sillas, cuando sobre la fronda de los árboles que se confundía con la fronda de eso mismo filmado hacía ya tantos años, se levantaron y fueron como a su encuentro, quienes estaban allí caminando ahora hacia adelaante y con los brazos tendidos hacia arriba, como buscando abrazarse, y quienes en la gran pantalla que se proyectaba, como dije, sobre la fronda, que venían desde el pasado Intento de abrazo imposible. Recuerdo que alguien me abrazó a mí en medio de esa gran emoción.Tuve la sensación de que el tiempo se había plegado, o que por un momento y para un grupo de personas había dejado de existir. Pensé también, y ya asociándolo con algo literario, en las imágenes de Faustine en La Invención de Morel. Pasó en Versalles, pasó en la plaza Banff. Fue de esas cosas intensas que de tanto en tanto a puro sentimiento puede llegar a suceder, cuando de repente un grupo de personas completa en un gesto totalmente artístico eso que uno casi a ciegas estaba proponiendo. Porque en el trabajo de taller y en un programa que contra viento y marea tenía un fuerte contenido popular, alguna vez algo fuerte tenía que pasar. ¿No, Mabel?

SABOR A MÍ - Eydie Gorme y Los Panchos

lunes, 25 de mayo de 2009

VISITA AL TALLER DE MAGDA FRANK

Por el Arq. Héctor N. Rey

Es menuda, de gran calidez, y vivacidad en la mirada. Con amabilidad nos hace pasar a su museo-taller para iniciar la visita que se prolonga por dos horas, con toda clase de comentarios sobre sus obras en madera, piedra, bronce, que se hallan en el primero y segundo piso. Nos hace una demostración sobre una escultura que está realizando en palo santo y nos invita a hacer un pequeño trabajo sobre la madera. La escultora tiene nada menos que 86 juveniles años que no se le notan en el trato, el movimiento, las ganas de trabajar.La señora Franck nació en 1914 en Kolozsvar, Transilvania, Rumania. Reside en Hungría y luego en Berna, Suiza.En 1950 se embarca para Buenos Aires donde adopta la ciudadanía argentina. Cuenta en sus memorias " llego a Bs. As., esta ciudad inmensa, como inmigrante. Me inscribo en la Asociación de Artistas Plásticos, porque allí hay un taller y modelos para trabajar...y fundamentalmente porque es gratis".En 1953, presenta su primera exposición individual en la galería Henry de Bs. As. Obtiene una beca del gobierno francés perfeccionando sus estudios en la escuela del Louvre en arte precolombino. En 1955: presenta una exposición individual en la Casa Internacional de la Ciudad Universitaria de París. En 1956 es nombrada profesora de la Escuela de Artes Visuales de Bs. As. Obtiene medalla de plata en el salón de Rosario. Expone en la galería Pizarro. Dice la crítica "en cuanto a sus esculturas en yeso blanco, sorprende la matemática armonía de su juego de luces y sombras, tan perfectamente enlazadas" (La Nación, 5/10/56).Escribe..." Mi escultura El Hombre Grande refleja mi alma...". "Hace algunos años mis estudios se concentran en el arte antiguo precolombino...estácerca del arte abstracto y surrealista contemporáneo, porque son creaciones puras, que surgieron de la fantasía humana y no de la imitación de los objetos existentes en el mundo exterior”. En 1961 se radica en París . Ubica 18 de sus esculturas monumentales en Francia, Hungría y ex Yugoeslavia. A partir de 1995 se radica definitivamente en la Argentina. Escribe Rafael Squirru " quien haya visitado ese importante museo... tenderá a formarse una imagen colosal de esta maestra del cincel..." (La Nación 24/2/96.)Ese museo está ubicado en el barrio de Saavedra en la calle Vedia 3546. Teléfono : 4545-6359, se puede solicitar telefónicamente hora de visita que la escultora lo guiará. Actualmente hay esculturas de Magda en el jardín de las esculturas que inauguró el Gobierno de la Ciudad de Bs. As. en Avda. Monroe y Húsares. Dice Magda:”Mis esculturas son seres en los que encierro mis pensamientos, que reviven en aquellos que las miran. Si usted quiere dialogar, detenga su mirada en ellos un momento"...

Generación 2000 agradece la colaboración del Arquitecto Héctor N. Rey, que realizó esta nota.
MINAS SABIAS agradece al Arq. Héctor N. Rey y a Generación 2000 esta colaboración.


MAGDA FRANK

"Literalmente por amor al arte, hizo un trato insólito con la escultora Magda Frank: le compró en vida su casa-taller y todas sus piezas para crear una fundación y un museo. Poco conocida entre nosotros, pero considerada una gran artista a nivel mundial, Frank es húngara, argentina y francesa, y la colección en el barrio de Saavedra es un inesperado tesoro."
Dice el comienzo de la nota que Andrew Graham-Yooll le hace a Tulio Andreussi, economista, dueño de ese Museo.
Magda Frank es una gran escultora húngara/ francesa/argentina que vino a la Argentina y se quedó junto a su hermano y su familia, en el barrio de Saavedra. Esta compra de la casa y de toda la producción es una empresa de curaduría arriesgada y ella no habría podido hacerlo, ya que, sabemos, el artista, por definición apenas si puede consigo mismo,
Acá ha habido bastante trabajo de montaje y presentación de la obra, una instalación que no está aún terminada. Todas sus piezas de escultura las trajo de Francia, donde desarrolló la mayor parte de su producción. Alrededor de 1990 ella dejó Francia y regresó a Hungría, donde había nacido, en busca de un lugar donde instalar y preservar su colección. En Budapest había estudiado en Bellas Artes. El gobierno húngaro le dio una casa, más bien una importante mansión, donde instalar su propio museo. Al poco tiempo comenzó a preocuparse porque la casa estaba demasiado alejada de Budapest y no era el lugar que ella quería para su casa museo, etc. Su preocupación también radica en que se sentía envejecer, se angustió por lo que podía pasar con su obra. Nuevamente decidió levantar todo y mudarse a la Argentina, que es donde vivía un hermano, que falleció en 2008, y tres sobrinos. En la casa que compartió con su hermano termina de instalar su casa taller", sigue esta entrevista con Andrew Graham-Yooll que pueden leerla hoy 25 de mayo de 2009 en Página/12.

domingo, 24 de mayo de 2009

DOS SEÑORAS QUE VENÍAN EN EL MICRO

Veníamos parados en el 180 dando tumbos. Ellas sentadas, cada cual pensando en lo suyo. Hermanas. No hay duda que eran hermanas, muy parecidas ellas. Narices perfectas, ambas de boca bien dibujada, buenas manos. Una, pensé, era una Soñadora; la otra parecía atenta a todo con una actitud como si hubiera sido alguna vez Jefa de División.
Pensé qué hermosas eran: una algo más de 80, a la otra le calculé 83. Seguí bajando la mirada, la Soñadora llevaba zapatos guillermina, los de la Jefa de División eran de charol.
Hablaron poco entre sí. Cuando lo hacían, perdían su condición de Soñadora o de Jefa y se convertían en señoras mayores.
Abstraídas, cada una en lo suyo, volvían a esa forma que transmitía el encanto.
Antes de que nos bajáramos la Soñadora se miró 3 veces en el espejito de la cartera, como tratando de descubrir quizá lo que yo había percibido. La Jefa de División, por hacer algo, siguió atenta a un perrito que retozaba en la vereda.

martes, 19 de mayo de 2009

MANZANILLA INTENSA

Como escribir en este blog es hacerlo de abajo arriba, al revés de la forma nuestra occidental de hacerlo, de arriba abajo, entro en este momento interviniendo en esto que escribí ayer, o anteayer, o quizá mucho antes. Me interesa charlar con vos acerca de este género que tiene la forma de lo testimonial, pero es un recorte que sólo para mí tiene validez, y digamos que eso, relativamente. Las Memorias son un género de absoluta ficción. Uno ubica en tiempo y espacio, pero sólo presenta un recorte, tal como estas fotos: podrían haber sido muy otras, pero son las que son porque en el momento de disparar la foto fue ese el encuadre y no otro que, por ahí, hubiera abarcado otras cosas, otra gente, otros lugares. Todo es relativo, estoy tratando de decirte. Es un recorte de un continuo que ya pasó, y sin embargo los lugares permanecen más que la imagen de uno mismo. Ni qué decirte que los lugares de la naturaleza. Allí sí que pareciera que el tiempo no importa, salvo que hayan hecho una represa o construido una casa y tendido un alambrado. Borges decía de Guiraldes, en relación al Don Segundo: "Él no veía los alambrados", cuando termina el relato con ese espectacular "...y se fue como quien se desangra"...Me pienso cuando yo volaba en esas perchas voladoras, y qué lejana que estoy de ello... Sin embargo la construcción interna de mí en relación a ello me propone una niña de 8 o 10 o 12 años, inquieta y melancólica (pareciera que estas dos actividades no concordaran, pero era así, te lo aseguro y por otra parte me pienso como en esa edad). No sé si te parecerá monótono que siga con la plaza y con el Carcarañá hasta agotar las fotos. Para mí es como tirar de un hilo y que lentamente se vaya desovillando la madeja. Ves el micro, esa plaza, precisamente, es a la que da el Club. Ya te lo dije, pensá que el blog está creciendo al revés de la historia, de manera que leerás el pasado de lo que te estoy contando un poco más abajo. Bueno. En esta plaza había otra fuente, más grande, menos artística no obstante había una escultura en yeso de tipo griego, no recuerdo si era la Venus de Milo o su prima hermana. Siempre profanada, debían entrar al agua quienes le sacaran un pedazo. En fin... Por otra parte había un grupo escultórico de yeso, casi tamaño natural, de unos ciervos, ya sin orejas. O gacelas. Porque no tenían cuernos. Sinó hubieran sido motivo extra para ser intervenidos por manos ágiles. Esta plaza tuvo o tiene una gran jaula que en mi niñez fue la jaula de los monos, también maltratados por "chistosos". Sí eran lindos los juegos, era la plaza de los juegos, eran de metal, hamacas, una especie de calesita voladora que te agarrabas y girabas volando, lo que todavía recuerdo con este oído casi absoluto que tengo era el tañido de los metales chocando entre sí. En esa especie de molinete uno mismo se impulsaba, corrías un poco agarrado de una especie de trapecio, y luego ibas remontando vuelo. Otro de los juegos era una de esas trepadoras sin gracia, como una escalera de metal horizontal a la que había que trepar. Todo gris, frío, recuerdo estos juegos con un cielo nublado, este último pensándolo hoy me remite a un dibujo de Escher.



La plaza de Casilda, que en realidad son 4 plazas juntas (imaginate cuatro manzanas frescas, verdes, cada una circundada por antiguos árboles y cada manzana con su naturaleza particular). Una especie de remanso verde en un pueblo de edificación baja y no tantos árboles en las calles.
Frente a una de esas plazas y en lo que sería la calle principal, la Buenos Aires, la iglesia antigua y de inspiración románica, que como feligresa frecuenté hasta los 11 o los 12 años, cuando me dí cuenta de que era muy complicado estar en Estado de Gracia, y que eso era una especie de condena. De manera que para no darme más manija dejé de ir a la iglesia. Se darán cuenta a esta altura de la conversación que mis padres eran poco asiduos a la iglesia, sin embargo respetaban sus rituales posiblemente porque mi abuelita sí que era creyente. Y por supuesto la tía Clarita y la que era más religiosa y que había sido capitosta de la familia, la tía María, hermana del Nono, a quien la conocí ya de vieja y de la que yo percibía ya entonces que con la Nona se habían repartido las preferencias: a la Nona le apasionaba mi hermano, y yo era la preferida de la tía María. Pero eso no era exactamente lo que yo deseaba, ya que a mí me gustaba mucho más la Nona. Me intimidaba la tía María con su vestido oscuro largo y sus santos y su habitación misteriosa perpetuamente cerrada. Habían existido otros hermanos de mi abuelo que yo no conocí, cuando aún el Café Central Canoso Hnos funcionaba a pleno: el tío Cayetano que, como la tía María, murió soltero, y la tía Rosa, que desde que tuve uso de razón era una viejita fuera de este cuadro familiar, ya que se había casado y a su vez fundado su familia, cuyas nietas, aparte de ser primas mías segundas, eran mis amigas. Debo decir aquí, como lo diré seguramente en otros momentos, que mi bisabuelo vino desde un pueblito cerca de Verona con su mujer y los hijos chicos. Este bisabuelo Canoso, que creo que se llamaba Giovanni Battista, era ebanista y fue quien labró o talló las perdurables puertas de madera de la iglesia. Ese viaje a Casilda lo hicimos con tres de mis hijos manejando el mayor. El otro día hablábamos de este viaje, y de que, de pronto, me había dormido en el trayecto, y que cuando desperté no podía creer en qué breve tiempo habíamos recorrido la distancia, que no era poca. Fue en invierno y ya francamente no me acuerdo para qué habíamos ido, seguramente a visitar a la tía Clarita. Estas fotos son testigo de que esa tarde desde Casilda remontamos ese camino que yo había transitado tantas veces con mi madre y con mi hermano y que, de a poco, fue generando esos poemas del Carcaraña que también andan por este blog. Son fotos hermosas, tomadas en la década del 80 por mi querido hijo mayor, fotos que reflejan el alma de lo que significa ese paisaje para mí, paisaje que está repartido en toda mi obra escrita y también en la que imagino que algún día voy a seguir escribiendo. Como dije, hicimos este viaje los tres chicos y yo: los dos mayores y Ernesto, el pequeñin, entonces, que anda también por estas páginas con su violin en alguna de las fotos.
Volví varias veces a Casilda, pero algunas de ellas muy fugazmente y yendo con Dinorah a visitar a la tía, que cada vez estaba más viejita y sumida en la irrealidad. La tía Clarita había sido también maestra, muy querida por sus alumnos, excéntrica en su forma de encarar la vida. Ella había trazado una línea entre los casados y los solteros, y se consideraba como que no había tenido suerte, porque pretendientes no le habían faltado. Por lo tanto protestaba de la vida en forma de algo así como la inacción.
Debo decir que Dinorah era una de las nietas de la tía Rosa. Me llevaba unos cuantos años y fuimos muy amigas cuando ya éramos grandes. Dinorah fue como una estrella para quienes la conocimos, y ahora debe estar brillando por allá arriba. Había engordado, pero era hermosa, con la cara parecida a la de Esther Williams en su mejor momento.

ESCUELA DE SIRENAS

Como por el momento no tengo una foto de Dinorah, agrego la de Esther Williams que por otra parte era nuestra ídola cuando en la pileta del club con mis amigas ensayábamos ese cuadro de seguramente "Escuela de Sirenas", salir desde el centro de la pileta pateando, nadando un crawl chapuceado braceando para atrás, formando una especie de cuadro escénico que hubiera debido ser visto desde arriba, por lo menos desde el trampolín. Vuelvo a Dinorah: siempre estaba lista para la carcajada, y cuando nos encontrábamos ya de grandes, en su departamento de Rosario adonde yo hube de parar las veces que tuve que viajar para hacer trámites que me llevaban por allá más de un día, partíamos hacia una charla interminable desde que me esperaba en el micro de Buenos Aires, seguíamos al día siguiente en Casilda, adonde íbamos a visitar a la tía Clarita que ya estaba en un Geriátrico. Almorzábamos hasta reventar en una churrasquería y luego la íbamos a visitar a la tía atravesando el pueblo dormido, porque estas idas a Casilda las hicimos siempre a la hora de la siesta para poder tomar el micro a Rosario cuanto más a las 5 o las 6 de la tarde.
Clarita ya no nos reconocía mayormente, pero con ella nos sentábamos en el patio para escuchar algún cassette de tango o comer alfajores. Esas visitas a Casilda casi no fueron registradas por nadie, porque a esas horas pocos ocupaban su silla en algún bar o directamente nadie transitaba por la calle. Ya a los jóvenes de los autos o de las pick ups no los conocía; Dinorah sí, porque ella había sido Regente de la Normal durante largos años y no dejaba de ir para los aniversarios y todas esas actividades donde la gente se actualiza.


Mis viajes a Casilda fueron como los de una espía furtiva. Cada viaje comprobaba que cada uno de los mojones referentes de ese mundo que había sido el mío iban desapareciendo en favor de un progreso que para mí significaba mi mundo en retirada. Quizá esa sea la razón de este blog, recuperar el mundo perdido y fijarlo en un espacio atemporal. La literatura empieza allí donde está la falta, o lo perdido, aquí puedo yo fijar el comienzo de un mundo absolutamente subjetivo y posiblemente de ficción. Mi mundo, ese que me constituye y que, gracias a la escritura, puedo participarlo a otros que lo leerán quizá con un gesto de incredulidad. Cuando el asfalto progresó hacia esas calles que anteriormente habían sido de tierra, fue un beneficio indudable para quienes vivían en esas zonas. Pero borró de un plumazo esos zanjones de la manzanilla intensa, cuestión que me hizo sentir profundamente que mi lugar en el mundo estaba donde estaban mis afectos, que a partir de entonces mi reconstrucción del mundo perdido sería a través de la escritura de ficción, o de esta especie de Memorias con fotografías que milagrosamente ponen en primer plano eso de lo que siempre he de seguir hablando.

lunes, 18 de mayo de 2009

Trío BGG (Boero Gallardo Gómez)

"CONTRAPOPEANDO"

LA TIA ELSA Y EL SOUTH AMERICAN WAY

Foto de la tía bajando del avión de su viaje a Brasil, a cielo abierto.


Me pareció que hablando de viajes míticos familiares hubo uno de la tía Elsa que siempre me intrigó y que hoy encuentro esta foto, bajando del avión una mujer idéntica a ella. Sí. Debe ser la tía Elsa que después se convirtió, o así la recuerdo, en una tía amable y gordita pero garbosa, paciente, de esas que hacían todo tipo de confituras, también esta torta galesa que anda por este blog, las yemitas todas glaseadas y colocadas en los pirotines y los bombones como de bombonería y además bordaba en cañamazos que ya venían de Londres anotados como una partitura, en punto cruz, cuadros verdaderos de los que a nadie faltó uno en la pared de su living. La tía Elsa de tanta paciencia y una ruda dulzura siempre trabajó como Secretaria de la Escuela Normal, y dicen que tenía tanta autoridad que le decían la Caba, o algo así. Va mi recuerdo en este 29 de diciembre hacia la tía Elsa de quien mamá guardó esta preciada foto de ese viaje a Brasil. En esa pieza bien alejada de la casa del tío Moi, a la que se llegaba atravesando un patio tipo español y un jardín cuidado, habitación que estaba antes de los gallineros que eran un verdadero modelo, pieza, decía, donde estaba la mesa de amasar o de planchar, dentro de uno de esos muebles arrumbados que no eran muchos pero aún los estoy viendo, entre otras cosas que no merecían mi atención siempre me intrigó un turbante verde loro. Cuando pregunté, siendo muy chica, de quién era, o había sido, alguien me contestó que de la tía Elsa, de su viaje al Brasil. Este último viaje que hicimos a Rio quise visitar el Museo de Carmen Miranda, cerca de Botafogo, y fuimos con Vera y con Pedro, y había buenas proyecciones de películas y alguna que otra pieza de indumentaria, pero no pude ver nada que se pareciera, ni en sombra, al turbante verde de la tía Elsa, que seguro se lo habrá puesto 2 veces, pero le quedaría muy bien, porque en su juventud fue muy linda. Es la de las 6 hermanas de la que digo que en esa foto tiene la sonrisa de la Gioconda. Me estoy acordando en este momento de Días de Radio, de Woody Allen. Esa chica adolescente que bailaba frente al espejo algo así como una conga, imitaba a Carmen Miranda. El South American Way...

LA TORTA GALESA DE LA TÍA FULVIA

Encontré la receta de la torta galesa de la tía Fulvia, escrita con su hermosa e inolvidable caligrafía en una media hoja de cuaderno ya amarillenta, en la carpeta que mamá guardaba y en la que transcribía sus recetas magistrales. Era la misma letra que esperábamos en esas cartas azules que la tía Fulvia nos mandaba regularmente desde Londres. Carta con la estampilla de la reina incluida, que se compraba en cualquier oficina de correo; ella lo hacía desde la de Clapham Common, tal como yo lo hice durante ese año que permanecí allí, estudiando vitrales (stained glass) en la escuela de Arte de South Wimbledon.
Cuando edité mi primer libro: "Telegramas azules", como epígrafe puse: "Madre, cuando yo me muera/ que se enteren los señores,/ pon telegramas azules/ que corran de sur a norte". Ésto, lo sabrás, pertenece al "Romancero Gitano" de García Lorca. De alguna manera, ahora lo pienso, estaba aludiendo a aquellas cartas. Cuando viajé a Londres por ese año entero, llevé las obras completas de GL en ese libro de Aguilar en papel biblia, Ensueños, de Hermann Hesse, Canto de amor a Stalingrado, de Neruda, y algunas otras cosas más. Cuando lo leí a Hesse a los 35 años, me desencanté. Lo que había encontrado en El Lobo Estepario o en Demian, ya no era lo mismo. Quizá yo no era la misma.

TORTA GALESA

Batir hasta formar una crema lisa 2 tazas de manteca1 taza de azúcar molida. Incorporar uno a uno tres huevos batiendo siempre. Añadir 2 tazas de pasas de uva, 1 taza de azúcar abrillantada en trocitos pequeños, 1 taza de nueces picadas, todo previamente remojado en cognac.
Tamizar juntos: 4 tazas de harina 2 cucharaditas colmadas de polvo de hornear, 1 cucharadita de nuez moscada rallada, 1 de canela en polvo y ½ de clavo de olor en polvo. Agregar ésto al batido de manteca, alternando con ½ taza de azúcar caramelo que se disuelve con agua caliente. Agregar la ralladura y el jugo de 1 limón, 1 vasito de cognac y leche (se puede cortar la leche con el jugo del limón) hasta tener una consistencia de pasta más bien blanda. Al final mezclarle 1 cucharadita de bicarbonato de sodio disuelto en leche agria. Volcar en un molde forrado previamente con papel manteca o madera enmantecado. Cocinar en horno suave hasta que esté bien cocido.Puede también agregarse a la pasta después de batir la manteca con el azúcar 2 cucharadas de mermelada de naranja, higos o compota de manzana escurrida.
Fin de la receta.

El tema de las pasas de uva, agrego, era central. Creo que eran de 2 tipos: unas, lo recuerdo por su nombre exótico, eran las Sultanas. Las otras, chi lo sá. Quizá mi prima Pelusa me lo pueda aclarar. En tal caso, Pelusa, picá allí donde dice comentarios, y ponés el otro tipo de pasas. Todo sin semillas, claro está. Recuerdo que unas eran claritas, medio amarillentas y translúcidas. Lo que es la memoria...

sábado, 16 de mayo de 2009

SUSAN SONTAG, de "Sobre la Fotografía"


-En la manera de conocer moderna, debe haber imágenes para que algo se convierta en “real”. Las fotografías identifican acontecimientos. Las fotografías les confieren importancia a los acontecimientos y los vuelven memorables. Para que una guerra, una atrocidad, una epidemia o un denominado desastre natural sean tema de interés más amplio, han de llegar a la gente por medio de los diversos sistemas (de la televisión e Internet a los periódicos y revistas) que difunden las imágenes fotográficas entre millones de personas.

-La fotografía es, antes que nada una manera de mirar. No es la mirada misma.

-En la manera de mirar moderna, la realidad es sobre todo apariencia, la cual resulta siempre cambiante. Una fotografía registra lo aparente. El registro de la fotografía es el registro del cambio, de la destrucción del pasado. Puesto que somos modernos (y si tenemos la costumbre de ver fotografías somos, por definición, modernos), sabemos que las identidades son construcciones. La única realidad irrefutable (y nuestro mejor indicio de identidad) es cómo aparece la gente.

PATRICIA ODRIOZOLA 1)

NACHA


Me gusta ser (Media)Mujer


Hace muchos años que se viene destacando en el teatro, en la música, en el baile, y se lo merece. Tiene un talento auténtico, poco común. Pero en el instante en que su imagen se mediatiza aparece cierta perversión, la conciencia de una imposibilidad: vencer al tiempo; bordear la séptima década y verse casi como una colegiala; convertirse en una suerte de Dorian Grey, sólo que con un rostro enmarcado en la pantalla de TV o en la foto diagramada en un reportaje gráfico a todo color.El equívoco se agiganta y se vuelve aún más perverso cuando personas y personajes se funden y se entremezclan, cuando unas y otros conmutan cuerpos y almas al ritmo de la coyuntura. ¿Nacha puede llegar a ser Diputada de la Nación por haberse vestido de Evita? ¿Evita puede consolarse de la brevedad de su tiempo histórico y político gracias a que Nacha se hizo un rodete tirante y levantó el puño delante de un ballet de obreros adoctrinados por Bob Fosse? ¿Nacha es candidata porque algunos se confundieron ingenuamente a la una con la otra, dos gotas de agua, dos féminas por siempre de treinta y pico? ¿O la apuesta es que el votante -ya amansado por la profusión de imágenes engañosas y de actitudes pour la gallerie a que lo someten los medios-, confíe ciegamente en que la abanderada de los humildes ahora reencarna en esa bella mujer que demostró que el tiempo no existe?

PATRICIA ODRIOZOLA 0)

MediaMujer


A MANERA DE MANIFIESTO


Tiene sólo dos dimensiones, el cutis perfecto y las ideas clarísimas.Rehuye las contradicciones y sonríe como si en el mundo no existiera siquiera la cebolla para picar.Dice, expresa y muestra todo, menos lo que le falta: el espesor, la profundidad, el lado oscuro, la sombra temblorosa que se proyecta desde la espalda y que, obviamente, un buen flash jamás nos dejará entrever.Es el modelo femenino que nos proponen los medios. Esa que posa semidesnuda en las tapas de los semanarios mientras espera al Príncipe Azul, esa que nos desafía con su lozanía en los afiches de vía pública justo cuando una va apiñada en el colectivo a las siete de la mañana, esa que se deshace en mohínes en las telecomedias pero jamás suma una arruga a su boca perfecta, esa que nos vende hasta el hartazgo sopas instantáneas, prejuicios, cremas para la cara, ideologías, yogures con laxante, lencería sexy, cosmovisiones y jabón de lavar.Ojo con engañarse: la imagen imita a la realidad pero no le llega ni a los talones.Es una mujer a medias, condenada al alto y al ancho de las pantallas y las revistas, pasteurizada y retocada según los mensajes de turno. Una imagen construida sobre un cuerpo femenino, simple holograma con algo más de sustancia que los de verdad.En suma: una MediaMujer.

BOLA DE NIEVE - "Vete de mi."


Escuchate ésto:

SILVINA OCAMPO

Diálogo


Te hablaba del jarrón azul de loza,
de un libro que me habían regalado,
de las Islas Niponas, de un ahorcado,
te hablaba, qué sé yo, de cualquier cosa.

Me hablabas de los pampas grass con plumas,
de un pueblo donde no quedaba gente,
de las vías cruzadas por un puente,
de la crueldad de los que matan pumas.

Te hablaba de una larga cabalgata,
de los baños de mar, de las alturas,
de alguna flor, de algunas escrituras,
de un ojo en un exvoto de hojalata.

Me hablabas de una fábrica de espejos,
de las calles más íntimas de Almagro,
de muertes, de la muerte de Meleagro.
No sé por qué nos íbamos tan lejos.

Temíamos caer violentamente
en el silencio como en un abismo
y nos mirábamos con laconismo
como armados guerreros frente a frente.

Y mientras proseguían los catálogos
de largas, toscas enumeraciones,
hablábamos con muchas perfecciones
no sé en qué aviesos, simultáneos diálogos.

SILVINA OCAMPO



En Tu Jardín Secreto


En tu jardín secreto hay mercenarias
dulzuras, ávidas proclamaciones,
crueldades con sutiles corazones,
hay ladrones, sirenas legendarias.

Hay bondades en tu aire, solitarias
multiplican arcanas perfecciones.
Se ahondan en angostos callejones,
tus árboles con ramas arbitrarias.

Alguna vez oí el chirrido frío
de un portón que al cerrarse me dejaba
prisionera, perdida, siempre esclava

de tu felicidad que junto a un río
bajaba entre las frondas a un abismo
de intermitente luz, con tu exorcismo.

miércoles, 13 de mayo de 2009

GUISO DE LENTEJAS DE LA ABUELA CATA


Hola, como estoy por hacer este domingo un guiso de lentejas busqué la receta de la Abuela Cata. Creo que es un Blog. Puse esos datos en google y salió esta receta y otras más, creo que le voy a agregar una rodaja trozadita de panceta ahumada. Para quienes han venido a casa, lo hago en la olla de hierro más grande, lleva no mucho esfuerzo sí mucha atención, porque lo que puede llegar a pasar es que algo se queme. Lo mejor, a mi gusto, es hacerlo en 2 ollas, las tengo en los 2 tamaños. No sé quién es la Abuela Cata, pero sí sé que muchas veces apelo a sus recetas.
Después de estas 2 intervenciones tan interesantes de Patricia Odriozola ésto parece algo pedestre, pero la vida es así. También este Blog es así.
La reflexión acerca de Nacha y Evita es tal cual. ¿Puede haber en ello una apelación a esa tendencia tan humana al bovarismo del espectador/lector-votante? ¿La naturaleza imita al Arte? ¿O viceversa?


INGREDIENTES :
- 3/4 kilo de lentejas,- 3 cebollas grandes,- 2 ajíes,- 1 kilo de carne vacuna,- 5 cdas. de aceite,- 1 chorizo colorado,- 1/2 kilo de papas,- 1 1/2 litro de agua,- Sal, pimienta, pimentón, comino y laurel.

PASO A PASO :
Dejar en remojo las lentejas la noche anterior. Pelar y picar las cebollas. Quitar las semillas de los ajíes y picar. Cortar la carne en cubos. Calentar el aceite en unacacerola grande y profunda. Incorporar las cebollas, los ajíes, la carne y dorar. Luego, condimentar con sal, pimienta, pimentón, comino y laurel a gusto. Añadir el agua y dejar cocinar a fuego medio, hasta que hierva. Colar las lentejas y unirlas a la cacerola con el resto de la preparación. Agregar el chorizo colorado cortado en rodajas, y las papas peladas y cortadas en cubos chicos. Cocinar 30 minutos más a fuego moderado. Retirar del fuego y servir.

martes, 12 de mayo de 2009

EL VIOLIN QUE LETI LE PRESTÓ A TITO

He salido a hacer las compras, y mientras estoy entre las mandarinas y los coliflores pienso. Luego regreso a casa pasando por la panadería, y una vez organizada la comida y todo en marcha vuelvo a mi máquina. Me quedé pensando en el email de Leti, o Chopi, según quién la nombre. Para mí es Leti, una amiga muy joven, una MINA SABIA joven, porque las hay jóvenes, con quien compartimos un tiempo el espacio de trabajo que quedaba arriba de un club de jubilados en el barrio Kennedy, coordinadas por la querida Mabel. Una especie de barrio cerrado de naturaleza democrática, que creo se había construído en la época de Frondizi.
Leti hacía lo suyo y yo lo mío, pero charlábamos mucho entre tiempos. Así le conté un día que el Tito, mi hijo menor, que tocaba otro instrumento, estaba por empezar violin. Leti se acordará de cuánto tiempo hace. Fue instantáneo que Leti me dice: Que Tito todavía no se compre el violin, yo le presto el mío, que ahora no estoy tocando. Creo que Leti había estudiado con López Furst, nada menos, en ese momento estaba concentrada en sus vicicitudes y en la crianza de sus dos hermosas nenas, o todavía la más chiquita no había nacido. Tito empezó con ese violin, gesto que nunca olvidamos y que en este Blog resalto, porque ¿quién te presta un instrumento tan frágil, así, porque sí, por amistad?
Tito empezó a progresar en sus estudios, pasó por la escuela de Avellaneda y por maestros fundamentales, actualmente toca en ColorTango y en otros grupos. Con esta entrada al Blog quiero agradecerte, Leti.

EMAIL DE LETI Y MI RESPUESTA

Leticia Sofiro escribió:

Marily!!! Que lindo leerte y leerlas a ellas!!! Minas Sabias, que bonito!!Te cuento que ando a las corridas, estoy en el 25 de mayo trabajando con mucho cambio y contratiempos... pero la verdad es que tengo ganas de contarte algo sobre esa entrada del blog en el que contas la sabiduría escondida....
Mi abuela cocinaba los domingos en su casa de Ramos, no es posible recordar las recetas, pero en mi paladar quedaron los sabores que hoy mágicamente se regodean en mi paladar cuando algo se acerca a aquellos platos: Muy simples, como el flan con las vainillas y el dulce de leche, las tortas de los cumpleaños, las empanadas fritas, la tarta de manzana con canela y nueces.
Mi abuelo, Francisco, luego del almuerzo, se recostaba a dormir media horita, que realmente no era ni más ni menos, y se despertaba a los treinta exactos minutos fresco como una lechuga Mientras tanto yo estaba en el silencio de la casa, en la galería del jardín, cerquita a la jaula de los pájaros, esperando y sabiendo que el primero en despertar sería él (todos, absolutamente todos, después de la comida partían a dormir la siesta. Algunas parejas se respetaban en su intimidad, pero una vez seleccionadas las dos habitaciones principales, ya le tocaba a una tía un sillón, a un tío el otro, a mi hermano un colchón, etc) Entonces Francisco, pasaba al baño, donde se mojaba el cabello y los peinaba hacia atrás. Después nos encontrábamos en el jardín.
Gracias, por tus textos y por los otros... y por hacerme recordar estas pequeñas cosas!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! Un beso grande,

Leti
http://www.chopisofiro.blogspot.com/


Querida Leti:
Abro mi correo y encuentro un texto de gran emoción. Estoy todavía en pijama, y a mi izquierda está la gran taza de café con leche, casi todo café, un poquito de leche, todo hecho medio dormida y haciendo el café nuevo, denso, por aquí; el chorrito de leche (dos dedos) en el microondas, es mi mayor lujo, intransferible, puedo postergar o anular el almuerzo, pero el desayuno así, en seco, respetando esta media o una hora de casi bruma que se me irá disipando, never!
Gracias por esta preciosura, ya lo estoy poniendo en el Blog.
Un cariño enorme,

Marily

lunes, 11 de mayo de 2009

¿TE ACORDÁS?

SABIDURÍA ESCONDIDA ADENTRO DE LAS CASAS

Hace un momento quité la foto (que no tenía mérito porque era sacada de Internet) de la receta de la Isla Flotante, que encontrarás en la siguiente página de este Blog. Qué lío, esto de escribir para atrás. Esa receta era la de mi mamá.
Maniobraba mi madre en la cocina, que está a desnivel, y luego aparecía con todo sincronizado: el Savarin de merengue italiano, y el sambayón que batía a último momento en unas ollitas de vidrio pyrex especiales, una dentro de otra, al baño María, y nos deslumbraba con ese postre que creo fue el summum de su actividad culinaria. Mis hijos siempre creyeron que la abuela todos los días de la semana cocinaba así, pero ese era su lucimiento de domingo. Creo recordar que su secreto era que ella iba preparando las cosas durante la semana, ojalá hubiera yo heredado su capacidad para planificar o llegar a la mesa con todo sincronizado, pero no.

De una de sus hermanas, la tía Elsa, recuerdo fundamentalmente dos habilidades, es decir: tres. La tía Elsa pasaba de la cocina al bordado en punto cruz, cuadros ya diseñados de antemano que eran copias de pinturas famosas vertidas a ese sistema de cuadraditos uno de cada color, patrones que cada tanto mi tía Fulvia le mandaba de Londres, considerando que la tía Elsa estaba varada, como tantas mujeres de la edad de la sabiduría, cuidando a mi tío Abel.
No tengo las recetas pero sí el recuerdo que te cuento: yemitas glaceadas por afuera y adentro que vos mordías y cedía un relleno de yema de huevo que a la vez parecía mazapán. Yo qué sé... Yemitas que colocaba profesionalmente en sus pirotines (argot que manejamos las MINAS SABIAS) para regalártelas. De la torta galesa ni te cuento. Por ahí tengo la receta que rescataré para este Blog.
Los bordados de la tía Elsa combinaban la reproducción de obras famosas del arte universal, con lo utilitario: fundas para almohadones o tapices que te los entregaba ya terminados como estandartes, con sus maderitas torneadas y sus remates, obras realizadas con la pasión de hacer un vuelo con las manos.

Eso era muy de mi infancia y de nuestras pequeñas ciudades. Hacer cosas a la perfección. Si hasta creo que la banqueta de mi piano, el que fuera de la tía Iris, ya lo conté, la banqueta, decía, que parece medioeval y es de madera tallada, creo que la hizo Elsa en la escuela de manualidades donde tomó cursos complementarios a su título de maestra.
Ya te seguiré contando.

RECETA PARA SACAR MANCHAS DE OXIDO

Te doy una receta mía que no sé de dónde la saqué, eso ya corresponde al folklore propio de una MINA SABIA:
Si pusiste uno de esos envases metálicos: el aerosol del desodorante o contra los mosquitos, o el inocente frasco de odex o cualquier cosa que en tu bañera o en tu lavabo dejó una marca de óxido imposible de remontar: aplicale una especie de emplasto que ahora paso a contarte, montado, por ejemplo, en un algodón:: jugo de limón y sal. De ellos las proporciones necesarias para que sea algo maleable. Aplicalo sobre la mancha. Revisá cada tanto, y cuando la mancha de óxido desapareció, retirá el emplasto y usá agua y jabón.
No probé en las telas. Pero a mí me resulta infalible, porque nadie me puede quitar mi tendencia a dejar dichos envases sobre las superficies enlozadas. MLC

¡MANCHAS DE OXIDO? Dice Ana Rey:

Con respecto a quitar las manchas de óxido con sal y limón, también funciona en las telas. Cuando planchás y se pone un color medio dorado en la ropa, se lo saca con un algodón con agua oxigenada. Cuando se resecan las manos, en mi flia. se ponían azúcar con unas gotas de aceite y limón. (En la mía también, Ana!) Además te sacan las manchas rebeldes. Me pasó con manchas de pintura.

de ANA MARÍA SHUA

Naufragio


¡Arriad el foque!, ordena el capitán. ¡Arriad el foque!, repite el segundo. ¡Orzad a estribor!, grita el capitán. ¡Orzad a estribor!, repite el segundo. ¡Cuidado con el bauprés!, grita el capitán. ¡El bauprés!, repite el segundo. ¡Abatid el palo de mesana!, grita el capitán. ¡El palo de mesana!, repite el segundo. Entretanto, la tormenta arrecia y los marineros corremos de un lado a otro de la cubierta, desconcertados. Si no encontramos pronto un diccionario, nos vamos a pique sin remedio.

sábado, 9 de mayo de 2009

OLGA OROZCO




Esta es la mejor foto que encontré de Olga, la que más se parece a la Olga que conocí, hermosa foto compuesta encuadrándola en misteriosa planta, tan misteriosa como la misma Olga.
Tuve el privilegio de frecuentar su amistad; nunca le pregunté acerca de esa piedra negra que dicen que para invocar la inspiración guardaba en su mano como talismán. Su sentido del humor era desopilante, tomar un té en su casa era una experiencia profunda y divertida.
Cuando se operó la catarata de un ojo, al tiempo la llamé para ver cómo le había ido y con su voz de trueno me contesta: Sabes, ahora veo muy bien, lo que me preocupa es que también veo todas mis arrugas.
Olga hablaba un lenguaje por ella construido, o una especie de español procedente de su costado materno, los Orozco. Ella siempre lo explicó: su apellido paterno era Gugliotta. Y el nombre Olga también era una elección. Cuando la llamabas por teléfono respondía: Aló... tal como lo hacen en Rio de Janeiro.
Me sorprendió su inesperada partida. Muy a su estilo. Pensé entonces, conociendo su obra, que por fin había ingresado al territorio que tanto había ya explorado con su poesía.



Señora tomando sopa


Detrás del vaho blanco está el orden, la invitación o el ruego,
cada uno encendiendo sus señales,
centelleando a lo lejos con las joyas de la tentación o el rayo del peligro.
Era una gran ventaja trocar un sorbo hirviente por un reino,
por una pluma azul, por la belleza, por una historia llena de luciérnagas.
Pero la niña terca no quiere traficar con su horrible alimento:
rechaza los sobornos del potaje apretando los dientes.
Desde el fondo del plato asciende en remolinos oscuros la condena:
se quedará sin fiesta, sin amor, sin abrigo,
y sola en lo más negro de algún bosque invernal donde aúllan los lobos
y donde no es posible encontrar la salida.
Ahora que no hay nadie,
pienso que las cucharas quizás se hicieron remos para llegar muy lejos.
Se llevaron a todos, tal vez, uno por uno,
hasta el último invierno, hasta la otra orilla.
Acaso estén reunidos viendo a la solitaria comensal del olvido,
la que traga este fuego,
esta sopa de arena, esta sopa de abrojos, esta sopa de hormigas,
nada más que por puro acatamiento,
para que cada sorbo la proteja con los rigores de la penitencia,
como si fuera tiempo todavía,
como si atrás del humo estuviera la orden, la invitación, el ruego.

OLGA OROZCO

MUJER EN SU VENTANA


Ella está sumergida en su ventana
contemplando las brasas del anochecer, posible todavía.
Todo fue consumado en su destino, definitivamente inalterable desde ahora
como el mar en un cuadro,
y sin embargo el cielo continúa pasando con sus angelicales procesiones.
Ningún pato salvaje interrumpió su vuelo hacia el oeste;
allá lejos seguirán floreciendo los ciruelos, blancos, como si nada,
y alguien en cualquier parte levantará su casa
sobre el polvo y el humo de otra casa.
Inhóspito este mundo.
Áspero este lugar de nunca más.
Por una fisura del corazón sale un pájaro negro y es la noche
-¿o acaso será un dios que cae agonizando sobre el mundo?-,
pero nadie lo ha visto, nadie sabe,
ni el que se va creyendo que de los lazos rotos nacen preciosas alas,
los instantáneos nudos del azar, la inmortal aventura,
aunque cada pisada clausure con un sello todos los paraísos prometidos.
Ella oyó en cada paso la condena.
Y ahora ya no es más que una remota, inmóvil mujer en su ventana,
la simple arquitectura de la sombra asilada en su piel,
como si alguna vez una frontera, un muro, un silencio, un adiós,
hubieran sido el verdadero límite,
el abismo final entre una mujer y un hombre.

GRAFFITTIS DEL MAYO FRANCES DEL ´68

Nosotras, las MINAS SABIAS que ya frecuentamos esta edad prolongada e indefinida que nos mantiene super bien y a mano de quienes nos necesiten, supimos con mayor o menor intensidad acerca de ese movimiento que en Francia duró unos meses y que de alguna manera fue el comienzo de una efervescencia y toma de conciencia que cambió el curso de la Historia. Estos graffittis, románticos, utópicos, que suelen aparecer en remeras o pancartas, vienen de Mayo del ´68. Yo tenía 28 años, Martín casi 3 y Hernán nacería en noviembre. Había renunciado a mis horas de Profesora de Cultura Visual en el Lenguitas (que por entonces estaba en la calle Carlos Pellegrini y lo dirigía la mítica Sofía Spangemberg), tenía mi horno de cerámica y trabajaba en mi casa decorando lozas. Me interesaba mucho la Literatura pero debo decir que por entonces ni se me hubiera ocurrido que habría de construir mi oficio de escritora.

Interdit d'interdire.
Prohibido prohibir.

Soyons réalistes, demandons l’impossible!
Seamos realistas, pidamos lo imposible!

L'imagination au pouvoir.
La imaginación al poder.

L'ennui est contre-révolutionnaire.
El aburrimiento es contrarrevolucionario

Soyez réalistes, demandez l'impossible.
Seamos realistas, exijamos (hagamos) lo imposible.

On achète ton bonheur. Vole-le.
Están comprando tu felicidad. Róbala.

Sous les pavés, la plage.
Bajo los adoquines, la playa.

L'âge d'or était l'âge où l'or ne régnait pas. Le veau d'or est toujours de boue.
La Edad de Oro era la edad en que el oro no reinaba. El becerro de oro está siempre hecho de barro.

Oubliez tout ce que vous avez appris. Commencez par rêver.
Olvídense de todo lo que han aprendido. Comiencen a soñar

martes, 5 de mayo de 2009

ENCONTRE EN YOUTUBE A NINI BAILANDO LA MUERTE DEL CISNE

Piquen este link, es lo máximo.

http://www.youtube.com/watch?v=_1F89L23x14

Saludos, Marily

OTRA VEZ LA ISLA FLOTANTE, DE BLOG A BLOG


Va la receta de la Isla Flotante y el Sambayón que rescaté de una carpeta escolar, de un escocés al bies, fondo blanco con diseño verde, prolijamente atada con un cordón, carpeta chica, digamos, no de esas tamaño oficio. Estas recetas las escribió mi madre con su mano zurda en letra hermosa, grande, con personalidad: la letra, mi madre. Irrepetible, segura. Sí, la letra de mi madre es hermosa.


ISLA FLOTANTE

8 claras a nieve
Agregar 16 cucharadas de azúcar revolviendo, sin batir; poner en una budinera acaramelada y enmantecada en el horno y al baño María – 10 minutos fuerte
1 hora de horno muy bajo.
Desmoldar en caliente

SAMBAYON

Con las 8 yemas 8 cucharadas de azúcar y 8 de oporto (o moscato, batir al Baño María hasta que se espese el sambayón. Servir sobre el budín.

Seguiré luego. Estoy un poco cansada por haber empezado este emprendimiento emocional, me voy a ver televisión. Por ahí vuelvo. No me esperes.

EL COMIENZO DE MI HISTORIA


Esta es la foto de mi bautismo. Por lo tanto aquí me ven en brazos de mi madre. Mi hermano Juan Jorge es ese niñito rubio que mira de manera angelical al frente. Gran parte del elenco de quienes habrán de ser los personajes de mi historia personal figuran en la foto. Mi madrina, la tía Fulvia, que se casó con el tío Frank, escocés él, es la que se acerca pegada a la cara de mamá, y arriba de mi hermano está la tía Clarita. Mi padrino es el tío Enzo, hermano de mamá, que era en ese tiempo muy conocido en el ámbito de los radioescuchas como Enzo Adigó. Está de frente de traje claro y hablando con mi abuelo Benito. Yo no salí muy favorecida, y ya demostraba el que habría de ser de por vida mi carácter libertario, relativamente temperamental y absolutamente laico. Papá seguramente es el que sacó la foto. (Nos tenía horas, hasta que todo el mundo se cansaba de posar, entonces encontraba la toma justa y allí presionaba el disparador. Era una camarita muy linda de las Kodak a fuelle, portátil, papá era muy moderno y siempre estaba al tanto de la última tecnología.) Mientras escribo ésto me estoy tiñendo el pelo, de manera que dejo aquí, por prevención, nomás. Listo, todo bien. Ah, el tío Moi, esposo de la tía Ada, está del lado derecho de la foto, así como la estás mirando. La tía Ada está de perfil entre la tía Clarita y Josefina, prima de papá, a quien llamábamos la tía Pina. Detrás de Josefina, de frente y por el fondo, Rosalía, la madre de mis primas segundas y amigas, que entonces una no había nacido y la Pichi era bebé. Entre el abuelo Benito (el Nono) y mi tío Enzo, asoma Iris, a quien dediqué un poema en otro cuerpo de este Blog. La tía Iris y la tía Clarita usaban lentes. Los usaron desde niñas y a ambas les trajeron idéntico conflicto. Entonces no se tenía la idea de que una mujer de lentes era interesante, de tipo intelectual, como se empezó a caratular allá por los ´60, con toda esa influencia francesa que recibimos a través de la Nouvelle Vague, cuando una llevaba siempre un libro bajo el brazo o en la mano, aunque jamás tuviera la paciencia de leerlo. Eso de tener algo en la mano también era un signo de inseguridad. Sinó fíjense en las viejas películas argentinas de la Lumiton, qué problemas tenían las estrellas de las décadas del 40 o del 50, a quienes, cuando no les quedaba otra, el director las hacía bajar por la escalera suntuosa (que probablemente siempre sería la misma) de traje y guantes largos, y deslizando lentamente su anillada mano por el sinuoso pasamanos. (A los anillos muchas veces se los ponían por fuera del guante). El otro día pasaron Yo quiero ser bataclana, con Niní Marshall. La muerte del cisne, bailado por ella, es lo más grande que se pueda ver en humor filmado de todos los tiempos.

viernes, 1 de mayo de 2009

NINI MARSHALL


Quiero recordar a la MINA SABIA Niní Marshall en estas dos secuencias de “Luna de miel en Río”. Si picás con dos clic de mouse cualquiera de los 2 links de aquí abajo, te divertirás a lo grande. Me falta poner en otro momento La Muerte del Cisne bailado por Niní, que también está en Youtube, buscalo.

miércoles, 29 de abril de 2009

LIDIA BALBI, CULTIVADORA DE ORQUIDEAS.


Hace doce o quince años, comenzó mi amor por las orquídeas. Desde entonces, las he cultivado, estudiando sus hábitos y necesidades, siendo miembro de diversas sociedades sobre el tema. En la actualidad tengo una gran cantidad de estas plantas y mi colección de plantas nativas argentinas va creciendo lentamente. Trasplantadas al clima de Buenos Aires, desde los más diferentes lugares del país, mis orquídeas florecen mes a mes. Me aceptan y premian mis esfuerzos con su color y su aroma.
Lidia Balbi

Puse los claveles en agua.
“Es la chocolatera de cuando era chiquita”, le dije.
“Tenés linda la casa”, me dijo.
Yo le contesté que me apasionaban las maderas y que todos estos muebles habían sido de las viejas casas de mis tías, y el piano. Le mostré mi última creación, un enanito de jardín abrazado a un sapo, que pinté para mis nietos.
Yo había llamado a Lidia para que me contara algo de su pasión por las orquídeas. Bien digo: Pasión. Luego ella hubo de corregirme y dijo:
“Es una a-dic-ción”.
“Y entonces, Lidia, cómo es eso de tu adicción a las orquídeas, ¿empezaste de a poco o con varias plantas juntas?”, le pregunté.
Me dijo que había empezado con una planta, y que una planta te lleva a la otra, y que además se había armado una buena bibliografía.
“¿Y cómo es eso de conseguir las otras plantas?”
“ Por lo general en las reuniones con colegas. Hace poco uno me dio una planta con dos pimpollos. (No recuerdo la palabra técnica, la versión que estoy dando es lo que quedó registrado en mi oreja). Uno se cayó el primer día; el segundo, al día siguiente. Le dije que me había mandado una planta enferma. Claro, él no sabía que yo era la señora Lidia de Versalles. Cuando lo supo, la cosa cambió. El a mí ya me conocía, y me la cambió por otra. Esta sí que estuvo bien”.
“¿Te la había regalado?
“¡Nooo!, se la compré”, como a trecientos cincuenta.
Luego habló de que la adicción a las orquídeas es como a cualquier otra droga.
“Imaginate. Lo que me fascina es el aroma. Esta nueva planta que este hombre me repuso tenía una fragancia extraordinaria. Porque las orquídeas tienen aroma. Eso es lo más cautivante”.
“¿Algo así como una droga hipnótica?”
“Quizá”, me respondió Lidia.
Al final y no sé por qué razón me habló de un cactus que le dio una flor maravillosa, enorme, flor de un día.
“¿Qué? ¿Se mueren en un día?”
“Así como te lo digo. Si la polinizás con otra que esté cerca lográs una planta con un fruto así de grande que tiene propiedades curativas: te hace bajar la glucemia. Pero no pude hacerlo, quizá el año que viene.
Otro tema del que hablamos fue:
“Las orquídeas son como mis hijas”
(Ésto lo estoy agregando esta mañana, mientras tomo mi enorme café cortado apenas con leche. Pero sigo con el relato anterior).

Son las 2:30 de la mañana, no quiero terminar por olvidarme de esta conversación que a mi entender tuvo dos momentos de registro para mí extraordinarios:
Uno de ellos, las orquídeas. El otro, surgió como uno de esos temas que por lo general se presentan por azar y dominan parte de la escena.
Hablamos de la posibilidad de definir este tema de las MINAS SABIAS. SABIAS, le dije, por los SABERES que una mujer que ha vivido una buena cantidad de años va acumulando.
“Vos sabés de orquídeas. Tenés un gran saber que es interesante que podés compartir o que yo pueda dar a conocer con esta nota. Otra puede tener un SABER relacionado con la cocina:
“Por ejemplo”, dije “yo hago un locro espectacular, una vez al año, a lo sumo 2. En olla de fierro.”
“Bueno”, dice Lidia, “yo soy experta en Strudel. Por supuesto que ahora compro hecha la masa, pero cuando la hacía, nadie me ganaba”.
“Te voy a contar”, agregó.
“Una vez hace años con una amiga fuimos bien al Sur, fuimos a ver a Otto, en el cerro, creo que el cerro Otto se llama así por él. Era un andinista famoso, tenía cabañas. Lo hinchamos tanto que al fin nos permitió alojarnos en una de ellas, en la más grande. Hermosa. Una cabaña hecha de troncos, como las de los cuentos. Allí estuvimos como 3 meses, vieras cuando esa hondonada se llenó de margaritas.
Un día le dije: Bueno, Otto, tengo que pagarte este favor que nos hiciste de prestarnos la cabaña, te voy a hacer un Strudel. Me miró incrédulo, quién puede vanagloriarse de su Strudel ante Otto, te imaginarás los ricos Strudels que el hombre, alemán, pudo haber comido en su vida. Le gustó. Le vi en los ojitos que le había gustado. Era un hombre de unos 75 años entonces, creo que me prefería. Yo ya entonces me había recibido de psicóloga.”

Lidia traía una carpeta con cuentos que tiene para editar. Me leyó 3, le ponderé fervientemente uno. Le di consejos para no caer en la avaricia de los editores, que además de cobrarte la edición te hacen la presentación con tus propios invitados y termina resultando que el negocio de la venta en ese acto al que vos llevás tu gente lo redondea el editor, vendiendo los libros al 50 y 50, cuando si lo hacés en Luz del Porvenir, por ejemplo, recuperás seguramente parte de tu inversión. Hablamos del precio de tapa y yo coincido con Eduardo.
Después seguimos hablando de la gripe porcina, salimos a tomar un taxi y en una farmacia grande de Rivadavia buscamos mascarillas, que parece ser que ya están desaparecidas del mercado. Yo me compré mi tintura. Cerrando la puerta del taxi, la despedí.
Lidia tiene muchas características de sabia, lo disfraza exigiendo un racionalismo que a veces no es compatible con el acto creador. Seguimos esta tenida con emails yendo y viniendo.
Yo lamenté no haber podido rescatar la vehemencia en cada una de las palabras de Lidia, que en su forma de escribir es tan correcta. Pero este relato de estas dos partes esenciales de nuestra conversación estuvo tan, pero tan cargado de pasión por hacer con ese conocimiento tan refinado, que de veras lamenté no haberlo registrado con grabador. Son las 3:02 a.m. y aquí planto esta crónica porque ya por fin me está viniendo el sueño.
MLC.


Querida Marily:
Quiero agregar a la entrevista algo muy importante que sucedió meses después de que comenzara mi colección:
Mi pasión-adicción por las orquídeas comenzó cuando recién expatriada en USA comencé a cultivarlas, fui a clases para aprender ese arte de darles los cuidados que merecen, leí toda la bibliografía de que disponía, aprendí sus nombres, etc, etc. Un día hablando con mi hermana por teléfono ella me dijo:"tengo algo que contarte". "Yo también", le dije y como siempre hacíamos las dos, al unísono, nos dijimos nuestras novedades.
Las dos estábamos cultivando orquídeas, hacía aproximadamente el mismo tiempo.Yo en el hemisferio norte y ella en el sur, en Bs. As. Sin ninguna saber de la afición de la otra hasta ese momento.
Cuando regresé a este país, luego de varios años, mi hermana había muerto y mis orquídeas tuvieron que quedarse en USA. Era imposible hacer el traslado por razones aduaneras. Al dejarlas sentí que una parte de mí se quedaba en ese país. Y me resigné, prometiéndome no volver a cultivar estas plantas.
A los pocos meses de mi vuelta, mi cuñado me llama y me dice: "Las orquídeas de tu hermana se me están muriendo, llevátelas y salvalas"
Y así otra vez comencé a cultivar orquídeas, sintiendo sobre mis espaldas el peso de la responsabilidad de mantenerlas con vida. Salvé las que pude y de a poco aumenté la colección. Las orquídeas salvadas me regalan con floraciones fuera de lo común. Dignas de ser expuestas en las competiciones de las sociedades de orquidistas. ¿Tenés alguna explicación para todo lo que te cuento? Es absolutamente cierto.
Un abrazo,
Lidia