miércoles, 3 de junio de 2009

MARILY CANOSO

Ficcionalizada realidad.


...los pinos nevados del campo que corre por mi ventanilla. Pinos nevados de nieve artificial. Pinos nevados. He aprendido en Buenos Aires que los árboles de Navidad se pliegan y se guardan de año en año de fiesta a fiesta de padre a hijo de historia a historia. Navidad de utilería, la de Buenos Aires, pinos nevados de pintura corpórea, densa blanca, densa blanca, las ramas de estos pinos, por ejemplo del que el enero pasado plegué y guardé en la caja de Uriburu, son verdes, de un papel plástico verde oscuro y brazos que al abrirlos dejan ver la nieve de pintura blanca densa blanca. Entonces uno lo pone en el centro del cuarto, le cuelga guirnaldas y se encomienda a los dioses de la Navidad encapsulados en globos de colores espejados; los pinos nevados del campo que corre por mi ventanilla, nevados de nieve natural, arman el almanaque de mi cocina de Buenos Aires y van sucediéndose de cuadro en cuadro hasta que el ómnibus cobra velocidad y entonces el ojo percibe el blanco negro verde de pino artificial y carteles rojos que guiñan a la exageradamente ficcionalizada realidad. Una cinta muy larga de paisaje nevado y algunas paradas en otras estaciones y llegar a la casa que siempre imaginé y, tal como me pasaba con las películas, hasta había soñado pero de manera muy difusa, y que se me fue revelando tan otra. Antes de este viaje existían las fotos, pero las fotos no te dan una dimensión real de la cosa. La foto es la captura de un momento donde los gestos quedan incompletos. Pero lo que aún más te desorienta en una foto es ver ese pedazo de mueble más otro de alfombra, el brazo de una lámpara, la mano de alguien cuyo cuerpo está fuera del cuadro. Y el cuadro. Una hermosa casa en paisaje de nieve y el calor interior y el frío de correr los escasos metros hasta el auto, y antes de entrar hundir el borceguí en esa nieve muelle, primera nieve que ya está gris y a medio derretir. Entonces sin dudar elijo como destino preciado ir a ver el sótano de Filene´s. Boston está gris, lluvioso, absolutamente extraño hasta traspasar la puerta y recorrer un laberinto de mesas y bajar como respondiendo a las leyes de un juego que obedece a gestos que me antecedieron, estoy en el centro mismo de una especie de juego de la oca donde de repente tiro de la manga de una prenda que quizá mi madre desde otro tiempo tira de la otra.
Ir a ver ese otro santuario que me faltaba visitar para corregir de una sola vez y para siempre esa ignorancia mía de aquello que había estado tan presente en las conversaciones de mis padres y que había permanecido intacta durante décadas. Tironear, en puja, de la manga de alguna prenda, con alguna mujer extraña, repitiendo ese reiterado acto de mi madre, tan imaginado, prenda que luego yo abandonaría por otra cosa que me reclamaba la atención, porque a Filenes yo había ido buscando ver todo eso que mamá había visto tantas veces, subir las mismas escaleras, probarme alguna prenda en ese Filenes que había sido el baluarte de mi madre en su aspecto real, frecuentar el colmo de lo que toda mujer amante de las liquidaciones pudiera aspirar, como así también en la textura de sus recuerdos y la relación de todo ello, junto a otras cuestiones familiares que eran la forma en que ella veía las cosas o su deseo de que así fuera, en las cartas que entonces de allá venían por avión y en papel también de avión, con un destino parabólico, desde esa ya ficcionalizada realidad, hasta el buzoncito de la puerta de casa, o directamente de mano del cartero; o cuando regresábamos de Ezeiza trayéndolos a mis padres, papá que era de poco hablar, pero a mamá nunca las palabras le eran suficientes, porque siempre trataba de transmitir lo indescriptible.

(de mi novela: Corazón de Manhattan)

1 comentario:

Leticia Chopi Sofiro dijo...

maravilloso!!!
entro ahí, tac. entro allá, tac. salgo aún masticando el bocado y vuelvo a encontrar una mesa servida... eso me sucede con este fragmento de tu novela.
Que lindo Marily, que cinematográfica la cosa, que bueno que me pase esto al leer, sé muy bien que el en el cine encuentro todo lo que necesito y por eso me llena tanto casi siempre, pero en la lectura,,,,, bueno, genial. Y como siempre: GRACIAS